Porque vivir es un arte
Una puertita café con un par de señores en la entrada, el que cobra y el que te revisa la bolsa y pone el sello del lugar en tu muñeca. Dentro el ambiente es muy caluroso, las paredes rojas y estar a “media luz” ayudan a remontarse a cosas del pasado, a lo que ya se fue.
La volumen a todo lo que da, sonidos familiares, música que inevitablemente mueve tu cuerpo, de pronto se siente como los años caen sobre tus hombros. Ya no somos pequeños, ya no somos somos unos niños, pero… ¿a nuestra corta edad?
- Señorita, ¿le preparo otra?
- Si, por favor. Cargadita, ya sabe.
- Aquí está.
Y si, se confirma de inmediato: Torres 10 en la mesa, yo bailo Sopa de Caracol (con dato curioso incluido) y todos cantamos La Maldita Primavera con singular nostalgia/alegría.
Bueno… el siguiente fin me voy de springbreak…