diciembre 11, 2007

 

Decidí que era momento de partir, tenía un trabajo que terminar y el metro iba a suspender el servicio, la ciudad alentaba su ritmo mientras mi corazón parecía querer hacer lo contrario.

No te vayas, en el siguiente metro, ¿qué vamos a hacer?, todo esto nos decíamos mientras nuestros labios pretendían evitar que las palabras se hicieran presentes. Me mirabas con esos ojos que no he podido descifrar, tus manos acariciaban mi espalda, mis dedos jugaban con tu cabello y nuestros labios volvían a juntarse...

Una escena tan hermosa que me hubiera gustado mirarnos a lo lejos e intentar descubrir lo que decíamos, porque aún así no se que nos dijo la razón sólo recuerdo lo que el corazón sintió. Quise desaparecer a todo el mundo, bajar la intensidad de la luz y con todos mis sentidos descubrir tu cuerpo lentamente y permitirte descubrir el mío, volvernos uno en tan sólo un instante pero para siempre.

Este es el último metro, tengo que irme ya, tus manos me acercaron a ti, tus labios comenzaron su despedida en mi frente y terminaron en el cuello anhelando seguir su camino, yo recorrí tu cabello con mis dedos y acaricie tus brazos, nuestras bocas se dijeron adiós y sin soltarnos me llevaste a la entrada del vagón, sin mucho interés me fui soltando poco a poco de ti, por fin descifré la mirada en tus ojos, una especie de tristeza pasajera combinada con la esperanza de la próxima cita y la puerta se cerró, me fui alejando lentamente hasta ver la oscuridad del túnel que ignoraba el impaciente deseo de volvernos a ver...

caricias

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